domingo, 5 de julio de 2009

Lady Newell recordaba que además de trasladar todos los equipos en barco y privilegiar la elección de estadios accesibles por transporte público; en Barcelona, la banda había logrado presionar a la empresa productora del Dream Festival. Así no solo se recicló la basura generada por el festival, sino que junto con la distribución de los famosas botellas de reemplazo al envase plástico, se había previsto la reducción del consumo de papel. Por eso, tanto el programa del festival como el asesoramiento para el consumo responsable de drogas elaborados por Energie Control se podían descargar directamente al teléfono móvil de los fans.

Continuó su camino por un pasillo que desembocaba en un amplio ambiente atestado de gente. Mostró su credencial y entró. La escena era ajetreada: roadies, cables, plomos, equipos de sonido, macbooks, técnicos, micrófonos, flight cases, monitores, botellas de agua y guitar cases. Se detuvo a observar, justo cuando unos técnicos que trasladaban equipos le pidieron que no entorpeciera el paso. Ella se excusó, mas era evidente que no podía quedarse allí, así que avanzó tratando de no toparse con nada. Tomó otro pasillo, dobló y dio con una escalera, bajó y, de repente, estaba en el Golden Circle.

El estadio estaba completamente vacío. Escuchó voces, se dio vuelta y no pudo creer lo que veía. En el escenario, Graham Lees, el ingeniero de sonido, no paraba de dar órdenes. Controlaba el ajuste de los sistemas de monitoreo, los amplificadores y los divisores de consola. Entre tanto, Plank, el ingeniero de guitarras, ajustaba micrófonos.
A su vez, los plomos empujaban equipos de sonido y extendían cables.

El equipo de producción circulaba esquivando los tubos de luz que durante los shows transforman el escenario en un bosque fosforescente. Otros comprobaban el buen funcionamiento de las pantallas gigantes proyectando publicidad de una marca de cerveza. Junto a las torres, tres iluminadores se colocaban los arneses antes de trepar por las columnas. A un costado, Andi Watson, el ingeniero de luces, controlaba el sistema lumínico de bajo consumo energético, que envuelve al escenario bajo un magestuoso arco iris.

Mientras tanto, el personal de seguridad del estadio charlaba, totalmente indiferente a lo que estaba sucediendo sobre el escenario. En cambio, Lady Newell apoyada contra las vallas, a poco más de un metro, observaba atentamente. Jamás se hubiese imaginado que iba a ser testigo de la prueba de sonido de Radiohead y aunque no lograba entender bien qué era lo que estaban haciendo, por nada del mundo iba a perderse ni un detalle.

En su rincón, Jonny rodeado de aparatos conversaba con Duncan Swift, quien a cargo de la gestión de instrumentos, estaba afinando las quince guitarras. Al fondo unos asistentes armaban la batería bajo la atenta supervisión de Phil. Nigel Godrich, sentado sobre un bafle tecleaba su laptop. Colin, con auriculares puestos, parecía muy acalorado, transpiraba su camiseta que decía SLANG y bebía constantemente de su botella metálica. Ed leía unos papeles y los acomodaba sobre la bandera del Tibet que cubre el órgano. Y Thom, luciendo gorra de vicera y gafas de sol, seguido por un séquito de técnicos, estaba chequeando todas las conexiones.

El altísimo nivel de soporte era evidente, la tecnología apabullante y el soundcheck obsesivo. Habitualmente la calidad sonora es insuperable. Y aunque la tecnología está presente tanto en las líricas como en la imagen, durante los shows la eficiencia técnica logra que la música fluya como por arte de magia. Pero ahora la banda revelaba una cara vedada al público, oculta tras la espectacularidad de los shows.

Lady Newell observaba como músicos y técnicos trabajaban sin cesar, decididos a no repetir las dificultades del show anterior. Porque, durante la primera fecha en Santiago, los problemas de sonido fueron muy graves. No obstante, ella creía que el público chileno había sido muy afortunado, ya que pudieron ver lo que nadie antes había visto; es decir, cómo reacciona la banda cuando todo falla.

Efectivamente, el 26 ocurrió lo inimaginable. En mitad del set, el sonido de cortó, las pantallas gigantes fundieron a negro y la matrix de Kraftwerk se apagó. Imperturbables los robots, rápidamente restablecieron el sistema. Solo hicieron referencia a la momentánea desconexión mediante un irónico comentario de Ralph Hutter quien señalando la laptop de Fritz Hilpert exclamó ¡! OK COMPUTER !!.

Sin embargo, la falla de sonido de los alemanes no sería el único problema por solucionar. A poco de empezar la performance de Radiohead y mientras tocaban All I Need, imprevistamente Thom enojado se cruzó de brazos, dejó de cantar y abandonó el escenario. La banda cesó inmediatamente de tocar y el estadio enmudeció



http://www.youtube.com/watch?v=f9NVI-p8qxw

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